SESIÓN 23




E.U. GUARDA EL GARROTE
Desde el estallido de la primera Guerra Mundial, Estados Unidos ha utilizado sin contemplación y en más de 115 oportunidades las sanciones económicas como instrumento de persuasión. Sin embargo estas, una de sus más temidas armas no militares, han comenzado a desactivarse en contra, incluso, de la tendencia reciente que indicaba a todas luces que el mecanismo iba in crescendo (E.U. usó el arma 61 veces sólo de 1993 a 1996).
Aunque ya diferentes organismos del gobierno estadounidense habían dado directrices al respecto, fue el propio presidente Bill Clinton quien en una entrevista la semana pasada con la cadena CBS le dio vida al rumor.
Estoy desencantado con las sanciones. Creo que E.U. la está utilizando en exceso como herramienta de política exterior, dijo Clinton, que sin embargo aclaró que las sanciones podrían ser útiles siempre y cuando se aplicaran por la comunidad internacional en su conjunto.
Pocos días antes de esta inusual declaración el mandatario dio un firme paso en esta dirección. Tras 20 años de tensas relaciones con el régimen fundamentalista de Irán, Clinton ondeó la bandera de la paz anunciando que había llegado la hora de la verdadera reconciliación.
Atrás parecían quedar dos décadas de un violento embargo económico, las amenazas del terrorismo islámico contra el Gran Satán y el resentimiento, que aún vive en el imaginario estadounidense por la violenta toma de la Embajada de E.U. en Teherán en 1979 tras la caída del Sha en la que 52 ciudadanos de este país tuvieron que soportar 444 días como rehenes. Y aunque para muchos analistas es obvio que existe un gran interés por apoyar al moderado y reformista gobierno del presidente Mohamed Jatami, el cambio de método es evidente.
El nuevo camino La nueva estrategia, bautizada por la última edición de la revista Time como la diplomacia de la rama de olivo, ha traído consigo acciones inmediatas. Clinton decidió hace poco levantar la prohibición de que ciudadanos iraníes pisaran suelo estadounidense y vetó el viernes un proyecto de ley por contener criterios inflexibles e indiscriminados que habría impuesto automáticamente sanciones a cualquier gobierno o empresa extranjera que suministrara tecnología militar a Irán.
El caso de Irán no es el único. A Cuba, por ejemplo, tras 40 años de embargo y muy a pesar de la ley Helms Burton de 1996 que endurece aún más las sanciones, el gobierno de E.U. decidió aliviarle la carga autorizando vuelos humanitarios a La Habana, restableciendo el envío de remesas desde Estados Unidos a la isla y agilizando los procedimientos burocráticos para la venta y envío de medicamentos.
En la misma línea está el nuevo enfoque multilateral que este gobierno quiere imprimirle al tema de las luchas antidrogas y el acuerdo amistoso logrado con los países europeos que pretendían demandarlo ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), si persistía en la intención de sancionar a aquellos países que negociaran con Cuba y Libia.
A tal grado ha llegado la convicción de que hay que cambiar de rumbo, que el propio presidente Bill Clinton nombró recientemente a un grupo de expertos del Departamento de Estado para que reexamine a fondo la política de sanciones internacionales.
Según Stuart Eizenstat, subsecretario de Estado para Asuntos Económicos y encargado del proyecto, la administración Clinton es consciente de la necesidad de un cambio en este frente y por lo tanto ha decidido desarrollar una serie de principios y opciones políticas que se ajusten a la realidad.
E.U., de acuerdo a Eizenstat, sólo debería recurrir a las sanciones cuando las otras opciones diplomáticas hayan sido descartadas y buscando siempre apoyo internacional.
En el Congreso el asunto también se está moviendo. Hace dos semanas el senador Dick Lugar presentó un proyecto de ley impulsado por 20 senadores y 50 representantes que de ser aprobado obligaría al Gobierno a realizar un estudio sobre el impacto de las sanciones antes de utilizarlas.
El fondo del asunto Este giro no se produjo de la noche a la mañana. De un tiempo para acá, E.U. ha comprendido que su visión unilateral de castigo no tiene un eco positivo en el resto del mundo. Naciones Unidas, la Unión Europea, el Grupo de los No Alineados, Ongs y diversas organizaciones de comercio han rechazado de plano lo que consideran un mecanismo extraterritorial e intervencionista.
Además, es evidente que la estrategia no siempre funciona. Cuarenta años de embargo a Cuba, 20 a Irán y 8 a Irak no han hecho que ni Fidel Castro, ni Saddam Hussein, ni mucho menos la amenaza integrista cedan un ápice. Por el contrario parecen haberse robustecido nutriéndose del discurso antiestadounidense. Tampoco funcionó, a pesar de dos descertificaciones consecutivas, para derrocar al presidente Ernesto Samper.
En Washington hay un consenso en general de que las sanciones no funcionan y de que E.U. está abusando de ese mecanismo, dijo a EL TIEMPO Dan Griswold, analista del Instituto Cato en Washington.
Pero sin duda lo que más tiene preocupado al gobierno de Estados Unidos es que la aplicación de sanciones económicas a otros países, está afectando los bolsillos del Tío Sam.
De acuerdo a estudios realizados por prestigiosos organismos estadounidenses, como el Instituto para la Economía Internacional, con sede en Washington, y el Consejo de Exportaciones, que pertenece a la misma Casa Blanca, en 1995 E.U. dejó de percibir entre 15 mil y 19 mil millones de dólares en exportaciones y cedió unos 250 mil trabajos a causa de las sanciones a terceros.
Otro fenómeno adverso corre en contra de Estados Unidos. Mientras este se dedica a sancionar, sus competidores europeos o asiáticos se aprovechan de la situación.
El caso cubano En el caso de Cuba, por ejemplo, el bloqueo comercial de E.U. les ha permitido a países como Bélgica, Canadá, Francia, Alemania, Irlanda, Italia, México, Holanda y España aumentar su comercio con la isla.
Lo mismo ha sucedido con China, donde Australia, Canadá y Alemania han entrado con agresividad, dejando a los estadounidenses en desventaja comercial.
En las sanciones por narcotráfico también hay ejemplos. Un memorando del Departamento de Estado al referirse a la primera descertificación de Colombia en 1996, decía que la suspensión de créditos y garantías del Banco de Exportación-Importación (EXIM), Corporación Internacional de Inversiones Privadas (OPIC), ambos incluidos en el menú de sanciones obligatorias de la descertificación le costaron a las empresas de E.U. unos 875 millones de dólares en contratos que terminaron en manos de competidores extranjeros.
Para el gobierno Clinton es claro que bajo la coyuntura actual no queda más remedio que entrar en la honda de las sanciones multilaterales y dejar a un lado, con el sello de úsese en caso de emergencia, las medidas unilaterales. Y que en cualquier caso es mejor imponer sanciones a líderes o políticos indeseables que a toda la población de un país.
Sin embargo, una cosa es la que piensa Clinton y otra la mayoría republicana en el Congreso que opina que hoy más que nunca es necesario el Big Stick (Gran Garrote) de Teddy Roosevelt como estrategia para afianzar la condición de única potencia del mundo.
La disputa apenas comienza, pero la Casa Blanca no parece estar dispuesta a doblegarse fácilmente: así lo demuestran el acercamiento con el odiado Irán y la actual visita de Clinton a China.
El Big Stick El padre del mecanismo que hoy revalúa Clinton fue Theodore Roosevelt, el vigésimo sexto presidente de E.U. (1901-1909), que se hizo célebre por su política del Big Stick, el Gran Garrote.
Bajo esta premisa, que significaba hablar suave pero bajo la amenaza de un severo castigo, E.U. se embarcó en uno de sus períodos más agresivos en política exterior.
En algunas ocasiones las acciones de Roosevelt fueron sutiles, como cuando detuvo la posible intervención alemana en Venezuela en 1902 y cuando ayudó a mantener el equilibrio de poderes en Europa durante las crisis ocurridas entre 1904 y 1906.
Pero en otros usó el garrote sin reparo. Como cuando apoyó la revolución con que en 1903 Panamá se independizó de Colombia, o cuando proclamó, en el llamado Corolario Roosevelt a la Doctrina Monroe, que Estados Unidos debería ejercer un poder policial sobre Latinoamérica. Esto lo llevaría a la práctica en 1905 y 1906 interviniendo militarmente en la República Dominicana y Cuba.
Paradójicamente, Roosevelt fue el primer estadounidense en ganar el Premio Nobel de la Paz: por su mediación en la guerra ruso-japonesa de 1905.
Hallar en las lecturas lo siguiente:
- Tesis f
- Argumentos:
   ejemplos o casos f
   opiniones personales f
- Contraargumentos f
- Falacias y persuasiones si hubiera f
- Conclusiones f
INTEGRANTES:
-Rodrigo Chinchay Epiquin
-Lucas Echegaray Neyra



LECTURA WEB ANALIZADA

ENSAYO FINAL

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